"MIS TARDES CON MARGUERITTE es la historia de uno de esos encuentros improbables que pueden cambiar una vida. En un parque se encuentran Germain, de algo más de cincuenta años y casi analfabeto, y Margueritte, una frágil anciana apasionada por la lectura. Cuarenta años y cien kilos los separan. Por casualidad, Germain se sienta a su lado. Margueritte empieza a leerle extractos de novelas, haciéndole descubrir la magia de los libros, de la que Germain se creía excluido. De pronto, para la gente que le rodea, para sus amigos del café, que hasta ahora le han tomado por un tonto, la idiotez bascula y cambia de lado. Pero Margueritte se va quedando ciega y, por amor a esta adorable abuela traviesa y atenta, Germain se esforzará y le demostrará que es capaz de leerle cuando ella ya no pueda hacerlo" Fuente: Golem
Mis tardes con Margueritte, no tan ingenua como parece
He dado un largo paseo por la red buscando las opiniones de los internautas sobre esta última película de Becket, de Jean Becket, del que algunos valoran aquella película, ¿cómo se titulaba?, La fortuna de vivir, confidencias de una cierta bohemia y de un tardío hippismo pero, en todo caso, una linda película. Yo recuerdo otros titulos, Conversaciones con mi jardinero y la última de todas, Dejad de quererme, esta última proponía un diálogo peterno-filial especialmente interesante.
De Mis tardes con Margueritte me gusta la propuesta pequeña de esta película, la apuesta de un mundo que algo me recuerda a mostrado por Robert Guèdiguián, un lugar donde caben todos los que no caben en el universo mediático: un tabernero que disfruta de su clientela, un cartero, una anciana que cita a y lee a Albert Camus en el banco de un parque, una conductora de autobús urbano y como escenario uno del largo millar de pueblos de una Francia rural rural -asombrosamente siempre bien cuidada y bien atendida-. Digo que no estaría yo muy de acuerdo con los colegas de la red que la tildan de ingenua y mejor me situaria con aquellos otros que hablan de hermosos diálogos entre dos potentes actores: Un Gérard Depardieu que tiene siempre la virtud, la habilidad y el talento de hacerse con los pequeños e instrascendentes personajes que interpreta y una Gisèle Casadesus que destila y desprende una galeria de gestos y de complicidad con su compañero de reparto que es precisamente lo que saben hacer los grandes intérpretes.
No, no ganará premios Mis tardes con Margueritte y quizá pase completamente desapercibida por esta cartelera del estío pero no es ingenua el calificativo que mejor le vaya a esta comedia de costumbres muy, muy francesa. No olvidemos que esta película -basada en un libro de Marie-Sabine Roger- muestra una pequeña pincelada del estrago entre madre-hijo, dice cómo detrás de cada ciudadano se esconde las cuestiones miserables de su infancia y quizá lo más grande que el lenguaje es la gran aventura del ser humano para distinguirlo de las bestias: a través de las palabras se construyen los paraísos particulares, a través del lenguaje arranca la comunicación con los otros y a través de las palabras poder trazar los pensamientos de gentes como Albert Camus. Incluso da espacio Becket para una pequeña lección de pedagogía: no debería intelectualizarse tanto a los grandes autores de la literatura, detrás de los mejores cuentos, de la mejores novelas o de las grandes películas se esconden cuentos más sencillos de entender de lo que a veces la crítica literaria o cinematográfica se empeñan en contar o desvelar. No, no la veo yo tan ingenua. Fuente: El séptimo vicio - RTVE
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